jueves, 30 de abril de 2015

#100 Cleaning the House

Cuando me crucé con la posibilidad de ir al workshop de Marina Abramovic en el entorno de la Primera Bienal Performance de Buenos Aires, ni lo dudé.
Sé que tal vez dos años atrás hubiera buscado desesperadamente alguien que me acompañara porque tenia miedo de ir sola. Hubiera dejado pasar la oportunidad y me hubiera perdido una experiencia maravillosa.
Lo cierto es que hace un poco más de un año (y producto de un trabajo interno, que llevo a cabo hace varios mas) esta vez no dudé. No busqué apoyo, no tuve un miedo paralizante ni arrepentimiento.

Llegué a la Universidad de San Martín por segunda vez (ya había ido el día anterior a la tarde sin suerte) el día 29 de Abril.
Mis expectativas eran confusas. Había leído algo del workshop y no me parecía nada del otro mundo. Tenia un poco de miedo que mi admiración por Marina se viera disminuía por esta actividad.

Ingreso: 10.30

Luego de dejar todas las pertenencias en el locker, sacarme el reloj y apagar el celular, me dirigí donde arrancaba la actividad. Me dieron unos auriculares que aislan el sonido y ese primer impacto de ruido-no ruido, ya generó un contexto interesante.

El espacio era inmenso, abierto, fabril, frío e intenso. De la mano de una asistente empezamos a caminar por la sala. Alrededor de trescientas personas dispersas por el lugar. Trescientas personas abiertas a vivir una experiencia nueva, sin saber en que iba a terminar todo eso.

Mirando para todos lados, tratando de absorber cara rincón, cada sensación.

Me dejó en la pequeña tarima y tras indicarme que cierre los ojos, comenzó al 100% mi experiencia.
Sin oír, sin ver, sin moverme lo único que gritaba era mi mente. Gritaba fuerte. Pensamientos agolpándose en cada rincón. De pronto, todos los pensamientos salían a flote. Era (literalmente) entrar en una casa y recorrer diferentes habitaciones de forma aleatoria. Todas habitaciones repletas. Pensamientos sin sentido. Cada tanto el pánico absoluto. ¿Qué hago? ¿Me quedo acá parada? ¿Abro los ojos? ¿Me va a venir a buscar alguien para que vaya a otra etapa? ¿O me voy cuando quiero?.

Las dudas y el pánico que por momento me atacaban iban directamente relacionadas con el dolor que empecé a sentir en mis pies, piernas, cuello. Me dolía todo. No sé (ni remotamente) cuanto tiempo estuve de pie en aquella tarima. ¿Media hora, una hora? Tal vez más. Seguramente mas. Lo cierto es que por momentos la cabeza se iba aplacando. Por momentos me relajaba y ya no dolía todo tanto. Esos momentos coincidían con el contacto humano. Es que ahí parada, inmóvil y con el pánico haciendo latir fuerte mi corazón tenia pensamientos ridículos. ¡Estoy parada sola como una tarada!. Entonces cuando eso sucedía me empezaba a mover un poco en cada dirección, hasta que rozaba otra persona y ahí me calmaba. O parpadeaba muy chiquito y dejaba entrar un poco de luz para solo "percibir" que había alguien más alrededor.
Pero por momentos, alguien me pasaba muy cerca y sentía un cuerpo presionar el mio intencionalmente. O alguien me tomaba de la mano. ¡Que alivio! Nunca sabré quien me tomo de la mano, pero fue una pequeña salvación. Fue sobre el final... las piernas me temblaban, me pesaba la cabeza y no podía dejar de pasar el peso de mi cuerpo de una rodilla a la otra. Tenía mucho calor. Yo seguía esperando que algún asistente me rescatara. De pronto, un roce sutil. Ni siquiera fue que nos tomamos de la mano, nos tomamos del dedo meñique y ahí pude dejar de moverme. Me bajo el pánico. No quería por nada del mundo me soltara la mano.

Como una iluminación, tomé conciencia de que lo mismo pasa en la vida cotidiana. ¡Que lindo es contar con alguien para que te tome la mano! No había palabras, no era importante como era su cara, su cuerpo, que hacía de su vida... En ese momento, estaba acompañándome y había calmado mi pena física y mental. Pero se fue luego de un rato...

Me dolía cada centímetro del cuerpo. Entonces abrí los ojos. La sensación fue como si hubiera estado con los ojos cerrados por horas. Me costó adaptarme a la luz alrededor. La gente estaba moviéndose por todos lados. Sola o con asistentes. Estaban sentados, acostados en el piso, caminando lento (muy lento), abrazados, mirando fijo una pared, una columna, contando semillas. Había mucha gente. Mucha calma. Mucho silencio sonoro producto de los auriculares, pero también mucho silencio energético.

Me senté en el suelo. Honestamente estaba confundida, no sabía que hacer. Qué sentir. ¿Y ahora que hago? ¿Cómo se vive esta experiencia? ¿Cómo sigue?

Haciendo un poco de cholulismo banal, comencé a caminar alrededor de la gente, buscando con la mirada a Marina Abramovic. Ahí estaba ella, sentada entre la multitud, como una más, sus ojos cerrados, auriculares aislando el sonido. Vestida de total negro. Con el rostro y el cuerpo relajado.
Quien me conoce, sabe que el cholulismo mio es la distancia y que si no se daba la situación de forma natural, no iba a ir a sentarme a su lado solo para conseguir un contacto.

Después fue todo un poco abrirse a vivir la experiencia y estar expectante de lo que pudiera pasar. Me propuse vivir cada unas de las instancias antes de irme. Sin reloj, ni noción del tiempo transcurrido cada actividad se extiende hasta que el cuerpo "cumple" el ciclo debido. No existe nada que te fuerce a irte o quedarte.

Miré con asombro como la gente se "dormía" frente a cartulinas de colores pegadas en la pared. Y me senté solo para mirar fijo... fijo, fijo, hasta darme cuenta que me había dormido.

Caminé lento alrededor del espacio, encontrándome con otros, con miradas que eran mas introspectivas que otra cosa.

Me senté a la mesa. Enfrente mio, una montañita de arroz y lentejas mezcladas. Un cartel: "Separe y cuente". Un papel y un lápiz. Una actividad automática. Cada uno haciendo su interpretación. Algunos haciendo un poco de demostración artística... otros simplemente separando y contando.
La mente mas quieta. Enfocada en la actividad. Solo sacaba la mirada del trabajo cuando las luces se prendían de golpe. Todos nos movíamos cuando eso pasaba. Algo externo se modificaba de manera significante y te hacia perder el foco de atención.

Cuando comencé a sentir frío estando allí sentada, decidí que era momento de dejar de separar y contar. A pesar que soy una persona un poco obse y quería terminar con todo. El tiempo se había cumplido.

Caminé despacio por el lugar. Lleno de vigas. La lluvia y el día gris hacían imposible determinar que estaba pasando a afuera. ¿Qué hora será?

Una asistente me tomo de la mano, invitándome a que caminemos juntas. Llegamos al final del salón solo para empezar a caminar muy lento. En slow motion... sintiendo cada movimiento del cuerpo. El recorrido, cada parte del pie, la pierna. Como el peso del cuerpo se redistribuye y balancea. Hicimos dos vueltas juntas y luego por mi cuenta, otras tres.
Empezó siendo complicado bajar el ritmo habitual. Enfocarse en cada paso. Todos íbamos lento. Todo parecía muy natural al mismo tiempo. No había prisa. Había conseguido sacar el tiempo como un factor relevante.

Caminar alrededor. Mirar la gente interactuar con los otros, consigo mismos.

Finalmente me senté en el suelo. Me acosté. Cerré los ojos.

Unos segundos después (¿unos segundos?) abrí lo ojos con una única certeza. Tenía la mente en blanco como un lienzo sin estrenar. Mi mente estaba en silencio. Un profundo y calmo silencio. Había alcanzado un estado singular que no recuerdo haber logrado nunca antes.

Ya no había nada mas que hacer allí. Era hora de irse.

Egreso: 15.30


...(fear is a lier)...

domingo, 12 de abril de 2015

#99 One Year!



Un año atrás me despertaba en el St Christopher's Inn de Brujas celebrando mi primer mes como viajera. Hice el check out, desayuné y tomé un bus a la estación de tren. El tren de las 11 de la mañana con destino a Bruselas.

Te vi subir las escaleras y sé que me sonreí. Ya te había visto en el hostel un par de veces.

Lo demás es historia, nuestra historia.... Pero arrancó en Brujas con un celular perdido, en la estación de tren, con una charla que hizo que el viaje pareciera corto y un par de coincidencias.

Ya pasó un año de ese tren, un año que estas en mi vida. Desafiándome, haciéndome feliz, acompañándome, caminando a mi lado...

Feliz año Viajero! Te amo!

...you're my wonderwall...